Dulces Cementerios Ambulantes

Dulces Adornos de Cementerios Ambulantes (2010) es una serie que se sitúa en la intersección entre la belleza y la brutalidad, explorando la compleja relación entre la vida y la muerte en un contexto de violencia persistente.

El uso de flores, símbolo de amor y ternura en momentos de celebración, pero también ofrenda de duelo ante la pérdida, crea un contraste inquietante frente a la crudeza de las armas. Esta dualidad genera una tensión visual y conceptual que invita al espectador a reflexionar sobre la frágil frontera entre la belleza y la violencia, la vida y la muerte.

Las armas se convierten en un recordatorio de la violencia que ha marcado la vida en Honduras, mi país de origen. En ciertos lugares del mundo, la violencia se ha vuelto parte del paisaje cotidiano, no porque sea aceptada, sino porque ha sido impuesta y normalizada con el tiempo. En este contexto, la muerte deja de ser una excepción para convertirse en una presencia constante, tan familiar como inquietante.

Inspirada por las palabras de Eduardo Galeano, la obra confronta la percepción de la violencia como un fenómeno natural en sociedades marginadas. En lugar de ser simplemente el resultado de la mala conducta, la violencia se presenta como un ciclo perpetuo que está arraigado en la realidad de quienes habitan el «Tercer Mundo».

Esta serie no solo refleja el dolor y la pérdida, sino que también desafía al espectador a cuestionar su propia relación con la violencia y la belleza, invitándolo a observar más allá de la superficie estética para descubrir las verdades subyacentes que se ocultan en la vida cotidiana en diferentes contextos.

Dulces Adornos de Cementerios Ambulantes, se convierte así en un espacio de reflexión sobre la fragilidad de la vida y la persistencia de la violencia, desafiando las nociones convencionales de belleza y cuestionando el costo emocional de la existencia en un mundo donde la vida y la muerte a menudo se entrelazan de manera dolorosa.